Las discusiones por la temperatura deben de ser tan antiguas como la primera ventana. Con la llegada de las oficinas y los aires acondicionados, la lucha por el control del termostato ha pasado a ser un clásico de cada verano.
Los espacios de coworking no son una excepción. De hecho, a menudo el problema se agrava porque los sistemas de climatización son compartidos por más personas, por lo tanto es más difícil ponerse de acuerdo.
Aunque sobre este tema se han escrito ríos de píxeles y se han hecho incontables estudios, intentaré resumir esta problemática en tres preguntas y hacer algunas recomendaciones que espero que os sean útiles para seguir manteniendo la harmonía en el coworking, incluso en los días de más calor.
¿Por qué es importante la temperatura en el trabajo?
Sobre este tema no hay demasiada discusión posible: si las condiciones ambientales del lugar de trabajo no son las adecuadas, somos menos productivos, estamos de peor humor y, en general, nuestro rendimiento físico y mental se ve afectado.
Por eso no es recomendable que el primer criterio a la hora de decidir si subimos o bajamos el termostato sea económico («intentemos gastar menos»), ya que si no trabajamos a gusto, trabajamos peor. De hecho, hay expertos que calculan que una caída del 5º C en la temperatura provoca una disminución de la productividad que equivale a un incremento del 10% de los costes laborales por trabajador. Ahí lo dejo.
¿A qué temperatura tiene que estar un espacio de trabajo?
Si no nos ponemos de acuerdo, siempre podemos acogernos a lo que recomienda el INSHT: para el trabajo sedentario, las temperaturas tienen que estar entre los 17º y los 27º. Concretamente, entre 23º y 27º en verano, y 17º y 24º en invierno.
Pero no os recomendamos que os cerréis en banda esgrimiendo estas temperaturas, lo más recomendable es encontrar un equilibrio con el que todos nos encontremos a gusto.
¿Qué influye en el hecho de que tengamos frío o calor?
Porque, además de la temperatura en si, hay otros factores que influyen en cómo nos sentimos, es decir, en nuestra percepción de la temperatura.
Por ejemplo, la temperatura exterior —si hay olas de calor—, la velocidad a la que circula el aire, la humedad o nuestro propio metabolismo —hay estudios que confirman que las mujeres suelen tener más frío que los hombres—.
Básicamente, estos son los motivos por los que cuesta tanto ponerse de acuerdo en la temperatura en los espacios de trabajo.
Recomendaciones para regular la temperatura
Aunque no os resolverán el problema al 100%, sí que os puedo hacer algunas recomendaciones que os ayudarán a encontrar un equilibrio más o menos harmonioso.
- Evitad los cambios bruscos de temperatura. Es habitual que, si llegamos de la calle acalorados, queramos encender el aire acondicionado al máximo para sentirnos en el Polo Norte. Pero no es bueno ni someter el cuerpo a estos cambios, ni por supuesto a las personas que hace rato que están.
- Programad los sistemas para que se enciendan antes de empezar la jornada laboral, se suele recomendar dos horas antes. Así, cuando llegue todo el mundo ya habrá una temperatura adecuada, y no sentirán la tentación de bajar el termostato porque el ambiente está demasiado cargado.
- Si en el espacio habéis detectado zonas más o menos frías, donde da directamente el aire o no, plantead la posibilidad de intercambiar los sitios durante los meses de más calor.
Y sobre todo, recordad una regla de oro en el coworking (y en el trabajo en general): a veces es mejor tener paz que tener razón.